En 1954 se estrenó en Huelva el primer
servicio de transporte urbano de su historia. Desde ese día, una
empresa pública, EMTUSA, es la encargada de gestionar el sistema
principal de transporte público, basado en autobuses convencionales.
La población de la ciudad ha crecido
con respecto a esos años, sobre todo en los años 60 y 70, y por
tanto el servicio se ha ido actualizando incorporando nuevas líneas
a nuevas zonas de la capital.
Sin embargo, en las últimas décadas,
el número de usuarios no ha hecho más que descender, pasando, por
ejemplo, de 16,2 millones de viajeros anuales en 1976 a los 7,8
millones en 2010. El descenso del número de viajeros puede
explicarse, entre otras cosas, por la negativa percepción de gran
parte de la población hacia el servicio prestado, que, quizás, se
deba también a un descenso en el número de viajeros. A menos
usuarios, menos autobuses, a menos autobuses, más tiempo de espera,
y a más tiempo de espera, menos usuarios. Y así sucesivamente
repitiendo un bucle que ha llevado a la empresa pública a ser un
agujero en las arcas del ayuntamiento, que por otro lado está
esperando su oportunidad para privatizar el servicio.
El ayuntamiento de Huelva, gobernado
por el PP, está en perfecta sintonía en la ola de recortes que está
promoviendo el Gobierno de España, lo que hace que se recorte en
gran medida el presupuesto que las arcas públicas dedican a la
empresa, lo que se verá reflejado próximamente en una nueva merma
en la calidad del servicio, así como en el precio del billete.
Lo verdaderamente preocupante de todo
ésto es que una ciudad está viendo cómo su principal sistema de
transporte público va a ser dilapidado, cuando no inaccesible por
una gran parte de la población con menos recursos económicos. Es
ciertamente una tragedia para muchas personas que dependen de un
sistema de transporte barato para hacer frente a su rutina diaria.
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