viernes, 25 de mayo de 2012

El coche y el transporte ciudadano

Ahora mismo, pocos se imaginan una ciudad sin ese omnipresente elemento que es el coche. Parece fundamental que en una ciudad tenga que existir el tráfico de vehículo privado para resolver la movilidad de la forma más eficiente; en efecto, muchos creen que el coche es el medio de transporte más rápido para moverse por una ciudad. Pues bien, un análisis más serio de la situación nos puede conducir a la conclusión contraria:
  • Integración con la ciudad. Para empezar, el vehículo privado es un elemento extraño en el diseño de las ciudades, aunque pueda parecer lo contrario. Una ciudad a escala humana puede absorber un flujo y número limitado de vehículos, ya que planificar una ciudad pensando en el coche nos daría como resultado un lugar extraño para sus propios habitantes. Por tanto, aquí gana, como es evidente, una solución de transporte de masas y público. En una ciudad no se puede garantizar el derecho al vehículo propio, y eso es necesario que se entienda, porque obviarlo puede llevarnos crear ciudades inhóspitas, como sucede hoy día.
  • Velocidad y distancias. El prejuicio general hacia los transportes públicos es que son lentos, y que el coche privado es más rápido. Pues bien, esto es una verdad a medias. Sí que es verdad que el transporte público, en una ciudad donde tiene que competir con el privado, pueda salir perdiendo en este aspecto. De hecho, la velocidad media de transporte privado en Huelva es de 19,40 km/h, mientras que la velocidad media de los autobuses de Emtusa (1) es de 13,66 km/h. Pero hay que decir que esto se debe, única y exclusivamente, al diseño de las redes. El coche privado tiende a generar atascos y congestiones, sobre todo en los nudos viarios, por no hablar del atasco derivado al estacionamiendo indebido de vehículos. Un sistema de transporte público que no tenga que competir en si red con el coche privado es, en cambio, mucho más eficiente. El autobús con carril exclusivo (2) puede tener una velocidad media de 20 km/h, y el tranvía sube a unos 30 km/h de media. En definitiva, el retraso en el transporte público lo provoca en mayor medida el transporte privado. Por otra parte, cada vez es más defícil aquello de que con el coche puedas llegar justo al destino. La realidad es que las ciudades no están preparadas para un estacionamiento tan masivo en sus calles, y que, en la mayoría de los casos, haya que andar un buen trecho entre el estacionamiento del vehículo y el destino final. En los transportes públicos, el usuario no tiene que preocuparse por el vehículo que lo ha desplazado, y, si bien pueda suceder que para llegar al destino final haya que seguir andando, la ruta será conocida con antelación y no será, como con el coche, una total incertidumbre.
Velocidad media en ciudad de varios medios de transporte.
  • Seguridad. Todo sistema de transporte que dependa de múltiples conductores sin una máxima cualificación, es por definición más peligroso y objeto de más siniestros. En los transportes públicos, y en especial los de base ferroviaria, la seguridad de la circulación es extremadamente más elevada que en un coche privado.
  • Medio ambiente y energía. No podía faltar la estrella de las razones a favor de un transporte público. En efecto, el transporte público consume muchísima menos energía que el transporte privado en cantidad de usuarios transportados. En general, el coche es un derroche energético que no nos podemos permir. No ya como cuestión ética, sino como cuestión de supervivencia. Además, la fuente de ruido y polución que supone el coche se anula (o al menos se mitiga enormemente) con el uso de los transportes públicos, lo que supone una mejora un la salud de los ciudadanos.
Así pues, a grandes rasgos, son éstas algunas de las razones las que nos llevan a un rechazo total del uso del coche en las ciudades.

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